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Desde la prehistoria la cera, y a través de ella el fuego, ha estado presente en las tradiciones, usos, costumbres y creencias del pueblo vasco. Lamentablemente en estas últimas décadas este protagonismo de la cera, igual que ha pasado con el oficio de cerero, ha sufrido un importante retroceso, hasta el punto de que muchas de las expresiones tradicionales en las que esta se usaba se han extinguido y a punto está también de hacerlo la memoria de todo ello.

Frente a esta realidad entendemos que urge intervenir para poner a buen recaudo el patrimonio material e inmaterial del uso milenario de la cera; ciertamente no está en nuestras manos modificar la evolución de los tiempos y de la sociedad, pero sí que está a nuestro alcance la posibilidad de levantar acta de lo que un día hubo, de recoger y dar a conocer el significado que la cera tuvo para aquellas generaciones que nos han precedido.

 

En este sentido nos resulta obligado hacer saber que la localidad de Amezketa es el último reducto que nos queda en el siglo XXI de una antiquísima costumbre, de un rito funerario que tenía como objetivo trasladar cada casa el fuego o la luz del hogar a la sepultura que cada solar tenía en la iglesia con el objetivo de no les faltase luz a nuestros antepasados en su tránsito hacia la otra vida. Estamos hablando de las argizaiolas, una tabla con la cerilla enrollada cuyo uso sigue vivo entre las mujeres de esta localidad guipuzcoana, costumbre predestinada a desaparecer a corto plazo.

Sirva este libro para contribuir a que la memoria de la cera, en su más amplio concepto etnográfico, quede salvaguardada para siempre.

ARGIZARI-CERA

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